lunes, 23 de junio de 2008

El conflicto social en la Argentina


Cómo aplicar esta Rotonda al conflicto social en Argentina, donde se enfrentan el gobierno y sus intereses, y los productores agrícolas defendiendo los suyos. Este es un “conflicto salvaje” por dos condiciones altamente peligrosas en un conflicto social de esta magnitud: el mediador no existe y el estado juega un doble rol: el de parte y el de suprema autoridad con la ley en su mano y con el control de los recursos del estado.

En esta pulseada entre las dos partes, hasta ahora se ha dado el polo Conflicto, donde la situación es concebida por parte del estado como una situación donde debe aplicar el Ganar-Perder, aplastando la voluntad del adversario e imponiendo su voluntad (la tasa de retenciones decidida por decreto que ahora va al Congreso).

La contraparte, los productores agropecuarios no pueden “hacer perder” al gobierno, pues éste es el ente regular de sus actividades. Les quedaría entonces a ellos aceptar la acomodación a las pretensiones del gobierno, donde el gobierno “gana” y los aplasta y el campo “se acomoda” o cede. De todos modos, este camino sólo mantiene vivo al conflicto en el largo plazo, pues las necesidades de la producción agrícola NO se han satisfecho con esta seudo solución.

En los 100 días que han transcurrido, parece que la opción Perder-Perder es la que prevalece, donde ambos lados hacen apuestas de máxima para convencer al otro lado de su capacidad de resistencia, que confirmaría de algún modo la legalidad de la posición. Digamos que el gobierno ha usado la modalidad “evitación” al no evaluar el monto del daño posible generado por la continuación del conflicto, que genera pérdidas inmensas a la producción y gastos enormes al estado empeñado en mantener el foco de atención en “defender” su propia posición.

O sea que las soluciones aplicadas tales como la acomodación, o la negación del conflicto o la competencia descarnada de matar o morir NO sirven.

¿Y el compromiso? Sería posible si de parte de quien tiene el poder, y comenzó el conflicto con una posición (el aumento de las retenciones) inconsulta y no consensuada con los productores que pagarían el pato de la boda, estuviera dispuesto a rever su posición para lograr la paz social. Hasta ahora, no hay indicador alguno que el gobierno acepte su propia responsabilidad en escalar el conflicto y en su obligación moral de reducir el daño, produciendo gestos conciliatorios.

¿Quién, entonces, podrá mediar? Entre varias ofertas de mediación, hubo una producida por el Defensor del Pueblo, quien creyó válido su mandato para mediar y pensó que la herramienta de la negociación asistida podría traer el conflicto a la mesa de diálogo. Dado que la disposición al diálogo tiene que tener buena fe y respeto reciproco, esta iniciativa también se constituyó en una puerta cerrada. Una parte asistió: pero el gobierno temió verse forzado a rever lo extremo de su intransigencia con su posición y negó su asistencia.

Llegando a este punto, queda, como en el fondo de la caja de Pandora, una sola opción. En la caja, era la esperanza: aquí es la opción de Ganar-ganar que se realiza por medio de la colaboración genuina entre las partes. A medida que pasa el tiempo y la intransigencia se respalda en hechos concretos de ataques recíprocos, esta esperanza se va diluyendo, y con ella la posibilidad de retomar un futuro de paz y producción en Argentina.

Lo trágico de este escenario no reside en que no haya opciones de gestionar la diferencia entre las partes, sino la repetida negación del gobierno a comprender que mas que jugar el rol de ser una parte dispuesta a matar o morir, tiene que tomar la posición del que esta por encima de la disputa, renunciar a la posición de controlar a la contraparte ahogando sus necesidades y planteos, y abrir el juego de la negociación que traerá un acuerdo imprescindible.