miércoles, 1 de agosto de 2007

"El sistema sirve, es una cuestión de buena voluntad."

TESTIMONIO: Nélida Castro es administradora de consorcios, y bien podría considerársela una veterana en mediaciones: ya participó de tres y actualmente tiene una cuarta en proceso.
"La primera ¿recuerda¿ la pidió una vecina de un edificio de Corrientes y Ecuador. Reclamaba que le arregláramos una mancha de humedad en la pared.
La segunda mediación fue por el mismo motivo y en el mismo edificio, pero a pedido de otra vecina. Las dos veces llegamos a un acuerdo".
El tercer caso fue más complejo. "Administramos un edificio en Talcahuano y Corrientes. La dueña le había alquilado un departamento grande y antiguo a un hombre, que luego subarrendó las piezas y armó una especie de geriátrico, sin habilitación. Fuimos a mediación, pero como el caso era más grave terminó en la Justicia".
Su cuarta participación es la que actualmente está en marcha. "Al lado de un edificio que administramos hay otro edificio en el que están haciendo ventanas en la medianera. El revoque que cae afecta a nuestros vecinos. Ya tuvimos un par de audiencias, estamos esperando a ver si se puede resolver".
Después de tanta experiencia en el tema, Nélida puede opinar: "La mediación sirve. La recomiendo, siempre que los casos sean mediables. Los vecinos que no la conocen piensan que es útil. Pero los que ya fueron alguna vez, si no le resolvieron el problema la consideran una pérdida de tiempo. Es una cuestión de buena voluntad".
Por su trabajo, Nélida también puede explicar por qué hay tantos problemas entre consorcistas y administradores. "Por un lado, los vecinos no quieren que les aumenten las expensas, pero por el otro reclaman que los edificios estén bien. Aunque a veces no hay plata para hacer arreglos, los reclamos llegan igual. Además, últimamente la gente conoce sus derechos y se queja más".

http://www.clarin.com/diario/2007/06/24/laciudad/h-1444205.htm


Datos de la DEFENSORIA DEL PUEBLO y el GOBIERNO PORTEÑO sobre los trámites de MEDIACIÓN iniciados éste año.


Filtraciones y mala convivencia, al tope de las peleas entre vecinos.
La humedad en paredes comunes es el problema más frecuente. También olores, suciedad y discusiones con administradores de consorcios.
En el 80% de los casos que van a mediación, hay acuerdo entre vecinos.

Romeo es jubilado y hace 67 años vive en un departamento en Constitución. Hace cuatro meses, en el terreno pegado a su edificio y donde antes había una bailanta, empezaron a construir un edificio. "Al hacer la obra me rajaron dos paredes. Las arreglé y se volvieron a romper. Fuimos a mediación y me dijeron que las iban a reparar, pero aún no lo hicieron. Tal vez tenga que hacer juicio, pero lo único que quiero es que les pasen un poco de revoque y las pinten". ¿Por qué se pelean los porteños entre sí? El caso de Romeo (que no quiso dar su apellido para no tener problemas) es un ejemplo de la principal causa: filtraciones de humedad y daños en medianeras.

El segundo motivo de canas verdes son los problemas de convivencia, como olores molestos y suciedad en espacios comunes de edificios. En un CGP comunal de la Ciudad contaron: "Una señora vivía en un departamento con 20 gatos, y los vecinos se quejaban por los olores. Fueron a mediación y acordaron que se llevaría algunos de los animales a una asociación protectora y se quedaría con menos".Los datos surgen del servicio de Mediación Comunitaria que ofrece la Defensoría del Pueblo. De los 188 pedidos de mediación que hubo en los primeros cinco meses del año, 80 fueron por filtraciones y 36 por problemas de convivencia. En las mediaciones que ofrece la Subsecretaría porteña de Justicia, a través de los 15 CGP, manejan cifras similares.El tercer motivo son las discusiones con los administradores de consorcios. Es que cerca del 80% de los porteños vive en edificios o departamentos en propiedad horizontal. Los aumentos de expensas (principalmente por las subas salariales a los encargados) y la falta de mantenimiento de los edificios son dos de las principales quejas de los consorcistas a sus administradores.

Otro gran foco de conflicto: los ruidos molestos. Un caso es el de Silvia Noemí Gómez, de Congreso: "Vivo arriba de un restorán. El inquilino del local instaló extractores de humo, y a la noche lleva gente a cantar y tocar la guitarra hasta cualquier hora. Hace meses que no podemos dormir, los ruidos son permanentes".

A Romeo y Silvia la mediación no les solucionó sus problemas. Pero en la mayoría de los casos los resultados son favorables. "En un 80% de los trámites, hay acuerdo. A veces no se respeta lo pactado y vuelve el conflicto, pero en general la gente cumple", contó Nora Cattaneo, encargada de Mediación de la Defensoría.Este servicio comenzó a popularizarse hace diez años, para evitar llegar a juicio con conflictos que pueden resolverse dialogando. "La mediación es un servicio gratuito basado en la buena voluntad de la gente. A veces los problemas son simples, pero la relación entre los vecinos está tan desgastada que el diálogo se rompe por la bronca. Los mediadores invitan a las partes en forma voluntaria y se hacen las audiencias. El mediador no impone ningún criterio, sino que va acercando a las partes", comentó Alicia Pierini, defensora del Pueblo.Si bien todo conflicto puede ser mediable, hay algunos que usualmente no calzan en este sistema. Como cuando se denuncia un delito. Los divorcios o las disputas por dinero en general se resuelven en mediaciones pero de tipo judicial, no en el servicio vecinal de la Defensoría o los CGP.También hay mediaciones colectivas o entre vecinos, y empresas contra empresas. Cattaneo recordó: "Hace cuatro años, vecinos de Parque Chacabuco vinieron a quejarse porque decían que AUSA no mantenía bien los terrenos bajo la autopista 25 de Mayo, y que el lugar estaba sucio y era inseguro. Se acordó que la concesionaria iluminara el lugar, lo limpiara y que cerrara algunos locales vacíos donde la gente afirmaba que se juntaban ladrones".


Los ciudadanos y la mediación.

Nuevo Servicio de Arbitraje.

Osvaldo Pepe SECRETARIO DE REDACCION DE CLARIN
opepe@clarin.com

En octubre pasado se puso en marcha en la Ciudad el servicio de arbitraje de la Defensoría del Pueblo. Parecía una más de las tantas iniciativas que declaman buenas intenciones y muestran pocos resultados. La buena noticia es que ya funciona y, además, acaba de solucionar el primer caso, el de un vecino de Flores que reclamaba a una entidad de jubilados por un descuento en su salario que no le correspondía (ver: Se resolvió a favor de un vecino el primer arbitraje de la Ciudad).
El arbitraje es una herramienta creada para solucionar conflictos entre vecinos y/o empresas que busca evitar el trámite más complejo de los tribunales. Un golpe a la llamada "industria del juicio", alimentada por el escaso apego cívico a la armonía y también por abogados oportunistas. Es una instancia superior a la mediación, ya que es de cumplimiento obligatorio, y, además, aporta a la descongestión de los juzgados, atosigados con pleitos cotidianos por medianeras y ruidos molestos, entre otros, que quitan espacio y tiempo a causas de mayor peso.La calidad institucional de un país mejora con buenos dirigentes, pero también, y sobre todo, con buenos ciudadanos. El instituto del arbitraje permite eso, una mirada diferente del conflicto. Es ingenuo suponer una vida social despojada de tensiones y desacuerdos. Lo que distingue a las sociedades pluralistas y abiertas, de las otras —autoritarias, y resistentes al cambio— es el modo y el tiempo en que los resuelve. Rápido y con equidad. O a través de un tránsito lento y a veces sospechoso. Claro, es indispensable que este aporte a una mejor convivencia venga en un envase mayor, en un modelo contenedor y abarcativo, llamado política. Sin ella, las naciones no progresan: terminan discutiendo por la medianera y no por la justicia del orden social.
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