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En la antesala del Bicentenario de la Independencia del país anfitrión, resulta necesaria una profunda reflexión sobre los factores que inhiben el desarrollo armónico de las relaciones interpersonales y sociales de nuestros pueblos, y establecer desde la óptica de la mediación qué hacer en el porvenir para emplear los avances de todas las corrientes de mediación en el mejoramiento de nuestra convivencia y el fortalecimiento de las relaciones en todos los contextos donde éstas se producen.El evento al que ahora se convoca al colocar en el núcleo de su interés al ser humano y sus mejores cualidades; a las instituciones socializadoras y su misión gregaria; a las comunidades y sus inalienables derechos naturales; a las culturas y sus vertientes liberadoras; a las instituciones públicas y su compromiso con el bien común y la justicia social, sienta las bases de un tangible movimiento de paz y de concordia social.Sin embargo, debemos admitir que las condiciones objetivas para alcanzar el desarrollo humano pleno, es la gran asignatura pendiente del binomio estado-sociedad, lo que nos compromete para laborar juntos en la generación de alternativas viables que nos conduzcan hacia la cristalización de esta misión.En los congresos mundiales ya efectuados, se ha establecido el consenso de que para cumplir las condiciones que nos permitan alcanzar el desarrollo ya referido, es necesario un cambio sustancial en la concepción de los conflictos, las actitudes ante éstos y sobre todo en su abordaje.Asimismo se ha consensado que si somos capaces de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás privilegiando invariablemente el diálogo, la tolerancia, la flexibilidad, la deliberación y soluciones asociativas. La convivencia social necesariamente se orientará hacia el orden público la paz social y la seguridad ciudadana.Por último, hemos conciliado desde las distintas corrientes del pensamiento en la materia, que la mediación como proceso vivencial de enseñanza-aprendizaje para que se convierta en el abono idóneo que fertilice la tierra y siente las bases para la implementación de políticas públicas de pacificación social que hagan factible un giro en nuestras culturas, es indispensable que incida en la familia, la escuela y las comunidades próximas por constituir éstas los espacios de socialización primaria, secundaria y terciaria de los seres humanos.La visión clara del movimiento mediador y el surgimiento de modelos orientados a producir nuevas formas de relacionarnos, en las que el yo y el tu se sustituye por el nosotros y en donde los procesos se convierten en espacios de encuentro y sobre todo de comprensión y conciencia de que nuestra especie puede transitar con sentido hacia un futuro donde fraternidad, solidaridad y cooperación sean expresiones de conducta de nuestra vida cotidiana, nos anima a continuar convocando a encuentros en los que el talento de expositores y congresistas, facilita el tránsito ya mencionado.Los senderos hacia la paz social se encuentran aún en proceso de construcción y la mediación en los hechos ha demostrado que mas allá de una técnica o metodología que facilita la solución de disputas y produce satisfacción en los mediados, es un cauce eficaz para alcanzar el fin antes señalado, claro está, que de nosotros depende estar a las alturas de las abundantes posibilidades que esta metodología nos ofrece.